¡FELICIDADES Alma Natalia Galindo!

Para nosotros tu respuesta a "¿Por qué quieres ir a Lollapalooza en Chicago?" fue LA MEJOR. Nos pondremos en contacto contigo a través de tu información de registro.


Esta fue su respuesta:

Dícese desde la antigüedad que parar opinar hay que probar, así que yo quiero ir a “Lollapalooza” porque quiero contar la historia de un sueño que tuve a mis futuras generaciones.

Una noche de descanso, se me subió el muerto y soñé que me encontraba sentada en un sillón verde de terciopelo, mi cabellera estaba poblada de colores plateados y a mí alrededor se encontraban un par de pequeños seres ingenuos con oídos ansiosos para escuchar.

Érase una vez en el 2015, era una melómana empedernida y gané un viaje para vivir una de las mejores experiencias de mi vida. Ese viaje fue a una ciudad donde explota la magia en todas direcciones: ¡Chicago! Mejor conocida como “La Ciudad de los vientos” por sus enormes rascacielos. Una ciudad donde reina el Jazz y la improvisación, las sorpresas como el encontrarte un frijol gigante en medio de una plaza, un frijol hecho de espejos donde ves tus otros “Yo” en formas muy variadas y cuando estas debajo de él puedes ver el infinito. A unos metros de ese frijol gigante se encuentra una de las sorpresas más grandes, un parque enorme que contiene un portal donde para entrar, tienes que leer el código: “Lollapalooza,” este código significa: lo inusual y lo extraordinario. Con esto entendemos que nos enfrentaremos a cosas fuera de lo común, a algo a lo que no estamos acostumbrados y que pronunciándola muy fuerte ¡Comienza el viaje musical!

Entro a través de él y de primera instancia mis ojos empezaron a bailar, no sabía para donde voltear; hay un mar de gente de todo el mundo, pieles rojas, amarillas, negras, moradas, hasta con arte-objeto. Podría coleccionar obras de arte de los tatuajes que exponen esas pieles. Había que estar preparados para sentir el calor extremo y tener una buena condición por si había que correr, saltar sin parar o nadar a través del mar de gente para estar en primera fila, usar un buen desodorante para sudar en exceso, hidratarse todo el tiempo para poder gritar, unas buenas Halls por si había que besar a alguien de alegría y algunos Kleneex para la lagrimita que podría salir en cualquier momento al escuchar esa rola que hace que se te enchine la piel. No sabes para donde dirigir tus pasos, quisieras tener el don de ubicuidad para estar en todos los puntos del parque al mismo tiempo, pero por algún punto tienes que empezar, así que para no volverse loco hay que seguir tu “Guía de Viaje,” un pequeño instructivo que te dará el lugar y la hora más adecuada para comenzar la experiencia musical y ver a esos genios que crean el Soundtrack de tu vida.

Así que comencé mi viaje musical a través del tiempo. Lo hice por ejemplo con Metallica, me fui a mi época de secundaria cuando era una rebelde sin causa. Fui creciendo con cada banda, salté de época, recuerdo ‘Band On the Run’ de Paul Mc Cartney, lloré con ‘Cosmic Love’ de The Florence & the Machine… Ah como amo la voz de Florence Welch y su estilo british purista. ¡Uyyyy cuando bailé en mi propio eje al escuchar ‘Basshead’ de Bassnectar! Salté de escenario de vuelta para ver Tame Impala, de ahí a TV On The Radio y luego de Flying Lotus a Hot Chip. De caminar en la luna con Walk The Moon a ser la mujer más alta sobre la tierra con The Tallest Men on Earth. Después tuve una danza gitana con su abuelo Gogol Bordello y recuerdo que una noche terminé haciendo meditación con la música de Chet Faker. Otro día tuve un amorío en mi cabeza con los chicos de ALT-J, se me enchinó la piel y recordé mi etapa cuando era locutora, me fijé en los pequeños detalles del viaje que son los más importantes, así lo enseñaron los chicos de Toro y Moi con su rola ‘So Many Details.’ Toda una experiencia de carretera, un ambiente de respeto y orden, ninguna pelea y de repente a lo lejos se escuchan los ángeles cantando ‘Don´t Wanna Fight’ de Alabama Shakes.

¡Uffff! Fueron muchas las bandas, fue mucha la alegría imparable y desmesurable así como lo fue la comida, toda una explosión de sabores los que se ofrecían en ese viaje. 3 días imborrables de mi vida, 3 de los atardeceres más hermosos que he visto rodeados de los rascacielos y 3 días donde estuve llena de una energía desbordante, 3 noches que al salir del portal la magia por las calles seguía y la fiesta nunca paraba, algo increíble.

Sólo resta decirles mis queridos nietos que ese tipo de viajes te hacen sentir vivo y te recuerdan lo brillante que es vivir a lado de la música como tu fiel compañera.

De repente ¡Desperté!

Así que espero que los sueños se vuelan realidad.



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